Personas tomando notas.

A comerse el mundo

MILI FERNÁNDEZ

Recuerdo una salida al cine con mi madre, cuando era niña,  en la que le pregunté qué íbamos a comer después de la película, y en plena cena le pregunté en dónde íbamos a comer el postre. El ser humano vive casi siempre esperando el próximo capítulo de su vida, tanto que quizá se olvida de disfrutar el que está viviendo.

Creo que hoy este último capítulo me agarra desprevenida. Uno empieza la carrera y no sabe qué vueltas va a dar en el camino. En medio de las preguntas, las quejas por los repartidos largos y engorrosos, el tráfico de resúmenes, anécdotas inolvidables que sacan siempre una sonrisa, las materias a las que no le encuentra sentido, los mates en los recreos y un largo etc, llega el final. De la nada y sin avisar. Se precipitó tanto que quedé boquiabierta, considerando meter reversa.

Es el tramo final de un camino que empezó hace mucho más de cuatro años, un tramo final que comenzó cuando entramos en nuestro primer jardín, cuando completamos nuestro primer cuaderno, nuestro primer álbum de stickers, cuando tuvimos nuestra primera frustración por no poder aprender las tablas. Parece terminar lo que empezó cuando mirábamos a las personas desde abajo y pensando que tener 20 años era ser adulto.

Cerrar una etapa tan larga trae consigo demasiadas emociones, la más presente es la incertidumbre del mañana. Creo que todos los años de trabajo y de materias van a dar resultado. Pero más que eso, la facultad nos enseñó a mirar con otros ojos, a entender y no solo a escuchar, a apreciar todo tipo de arte, de logros, a admirar al que tenemos al lado, a aprender de ellos y a ser colegas. Nos enseñó a construir desde las diferencias.

Pensar en el primer día de clase, cuando nos miramos las caras y todas tenían la misma expresión: reflejaban la sensación de estar perdidos. Nos preguntábamos ¿qué hacemos acá? Y creo que el momento de descubrir la respuesta es ahora, en la siguiente etapa.

Cada etapa nos prepara para la siguiente aunque no sepamos cuál sea. Personalmente, de esta etapa que está por terminar me llevo un sinfín de agradecimientos: agradezco haberme frustrado, agradezco cada una de las personas que me crucé en el camino, agradezco que cuando parecía que no podía conocer a nadie más llega un último año que te mueve todo, llega con diez mujeres con versiones distintas, nuevas y desconocidas que encajaron, que se rieron, que lloraron (de risa y no tanto), que bailaron, que escucharon y que entendieron que tenemos todo para salir a comernos el mundo.