Una mano que sale del mar.

¿Cómo se logra la organización en un grupo de 10 personas?

MICHI ACHE

No hay respuesta correcta, son infinitas las posibilidades. Primero que nada, es importante construir un buen equipo, que cada persona cumpla, que respeten sus tareas y que compartan el mismo objetivo.

Al comenzar el Proyecto Preliminar algunas no nos conocíamos. La tutora nos introdujo a lo que sería el proyecto de tesis y, con mucha emoción, comenzamos a trabajar. Empezamos con el pie derecho, lo primero que hicimos fue intentar conocernos bien, hacer un poco de bonding. Es clave para poder confiar en tus compañeros, sentirte cómodo de hablar cuando sea necesario y dar opiniones.

El resto del semestre hicimos trabajos en equipo y, de esta manera, conocimos nuestras formas de trabajo. Al mismo tiempo teníamos que avanzar con la tesis en sí… esto, al principio, nos costó mucho. Nos focalizamos tanto en pequeños objetivos que no prestamos atención a nuestro proyecto como un todo. Armamos un calendario con piezas del proyecto que tendría que armar cada una, sola o en un sub-equipo. No solo no logramos cumplirlo, sino que cuando terminamos las piezas no nos concentramos en unirlas para que no se repitiera información y tuvieran sentido entre sí. Sí, el comienzo fue duro.

Las reuniones presenciales, sin embargo, resultaron más productivas. Nos dividimos en un equipo estratega y otro creativo. Así, nos concentramos en bajar toda la información que teníamos. Una vez que logramos esto, nos encaminamos. Lo que más nos costó fue armar un diagnóstico que contara una historia, que tuviera sentido y un hilo conductor. Después de casi una semana leyendo y re-leyendo toda la tesis llegamos a un trabajo exitoso. En simultáneo, un sub-equipo se enfocaba en las piezas audiovisuales, en bocetar y en que estéticamente todo quedara lindo y coherente.

Entregamos esta primera parte de la tesis en el minuto límite. No estuvimos bien organizadas, pero supimos solucionarlo a tiempo para entregar un trabajo digno de una nota casi excelente.

Pero la historia no termina ahí. Tuvimos la chance de demostrar todo lo que aprendimos de nuestros errores. En el segundo semestre comenzamos a trabajar con un nuevo cliente, y desde el día uno nos organizamos bien. Ese tiempo que al principio precisamos para conocernos entre nosotras lo dedicamos de lleno al proyecto. Tomamos lo que hicimos bien del semestre anterior, como dividirnos las tareas, y cambiamos lo que hicimos mal: una vez que cada parte del diagnóstico estaba redactada, un sub-equipo se encargó de ordenar el texto en conjunto.

Un equipo se encargó de las correcciones y otro de avanzar con lo que faltaba. Así fuimos organizándonos. Recordando ordenar los anexos a medida que hacíamos mesa de lectura, armando con tiempo un plan de acción y con una tranquilidad mental completamente opuesta a lo que habíamos sentido el semestre anterior.

Aprendimos a qué darle importancia y qué dejar ir. Aprendimos que hablando se pueden solucionar muchas cosas y que para salir adelante es necesario apoyarnos las unas a las otras. Aprendimos a confiar en nuestras compañeras y en sus criterios. Pero, sobre todo, aprendimos de nuestros errores y supimos solucionarlos a tiempo, para luego no volver a repetirlos.