Me levanto al amanecer y me acuesto de madrugada. Salgo de casa a las 7:30 am y vuelvo a las 23hs. Charlo poco con mi familia y veo poco a mis amigas.
Es una etapa de presiones, fechas límites que se acercan y tareas que no se hacen solas. Hay algunas reuniones familiares a las que no puedo ir, parciales para los que siento no puedo estudiar y tareas de trabajo que no a veces no puedo completar en el día. A veces, aunque hago todo parece que no termino nada.
Es complicado equilibrar la vida personal, el trabajo y el estudio. Es verdad, porque la vida personal parece ser lo primero que uno descuida entre estos tres pilares. Todo se transforma en una carrera entre el trabajo y el estudio, en decidir cuál va primero. Una tiene que salvar los parciales para recibirte en diciembre al mismo tiempo que debés cumplir las ocho horas de trabajo diarias para cobrar el sueldo. Entre estas dos ya son bastantes deberes como para sumar la vida social en descuido.
Las tareas pueden parecer infinitas pero para eso, cada una de nosotras aprendió, durante este tiempo, a organizarse y, así, lograr un equilibrio. Uno de esos aprendizajes es la importancia de distraerse, es una necesidad básica para todos. No solo es importante para la salud sino para trabajar y estudiar mejor. Cuando el día a día parece tedioso, es importante recordar el propósito de lo que hacemos.
Es importante recordar que estudiamos e investigamos cada día para lograr recibirnos y recordar que cada día vamos al trabajo para seguir ganando experiencia e independencia. El recorrido hacia el camino profesional puede ser difícil por momentos, pero sin duda vale la pena.
Mika antuñez maciel
Nos recibimos. ¿Y ahora qué?
leé la nota