Laptop y cuaderno de notas con un lápiz y una taza.

Nos recibimos. ¿Y ahora qué?

MIKA Antúnez maciel

El primer día de la carrera, un 12 de marzo de 2018, un profesor le dijo a mi clase: “Siento envidia de ustedes, me gustaría estar donde están ahora”. Era muy ingenua para entender que estaba en un lugar privilegiado. Y así, sin darme cuenta, volaron cuatro años de carrera. Impresiona cómo corre el tiempo durante esos años.

Pasó todo tan rápido que nunca me detuve a pensar en qué pasaría después de terminar. Desde chica siempre tuve mi vida planificada hasta los 21 o 22 años. Sabía que terminaba la escuela, después empezaba el liceo y, por último, arrancaba a estudiar alguna carrera de unos cuantos años más. Pero nunca pensé en qué pasaba después de recibirme. La ficha me cayó ahora.

¿Posibilidades para el futuro? Muchísimas. ¿Sé qué quiero hacer? No. Las opciones son millones, y no creo ser la única que se siente abrumada por eso. De todas formas, creo que todas contamos con una ventaja, y es que ya tenemos un título, ese comprobante de que estamos preparados para lo que sigue, el“manto” de seguridad del que tanto me hablaban mis padres cuando estaba en el liceo.

No es fácil terminar, porque te obliga a darte cuenta de que aunque vivas rodeada de personas, ahora tu camino lo armas vos, solo vos. Es como enfrentarse a otro dicho de otro profesor: ¨Están ante una hoja vacía, pero llena de ideas¨. Se nos abre un mar de posibilidades, benditos aquellos que ya están seguros de qué quieren hacer el año que viene.

Siempre pensé que estar ante esta situación de tanta libertad me generaría mucha ansiedad, pero para mi sorpresa no es así. De alguna forma, estoy tranquila. Porque sé que lo que elija va a ser lo mejor para mí, porque puedo mirar hacia atrás, analizar estos cuatro años de carrera y ver que fueron tiempos hermosos además de fructíferos.

Ahora bien, por más tranquila que me sienta, tengo que tomar una decisión en algún momento. Puedo seguir trabajando, puedo seguir estudiando, puedo irme de viaje, de mochilera, volver a vivir con mis padres o mudarme a otro lado. Puedo trabajar en una agencia, en un medio de comunicación, en una consultora, una empresa, empezar un proyecto personal, lo que sea. Un sinfín de oportunidades. Supongo que es momento de sentarnos y pensar, ¿y ahora qué?